4 de mayo de 2009

CELULAR DE DIOS

Soñé que mi abuela me llamaba por celular desde el más allá.
Era muy real: ella me decía que estaba bien y yo, desde el más acá, sentía mucha curiosidad
por saber cómo se producía técnicamente una comunicación de este tipo y por celular.
En el sueño, yo era conciente de que podía averiguar hasta cierto punto y que más allá de eso era mejor no saber.
También tenía como la conciencia de que alguien le había dado un permiso especial para hablar conmigo, entonces le hago una pregunta, la única que pude hacer:

-¿Esto quiere decir que nos vas a poder llamar siempre, te van a dar otro permiso?

Ahí ella hizo un silencio. En realidad no lo hizo: ella, al silencio, más bien le daba paso.

- ...Lo dudo... lo dudo mucho, me contestó.

Ahí me pongo a llorar y me apuro a decirle algunas cosas, pero exactamente las cosas que le diría si la tuviese enfrente una vez más. Lo raro del sueño fue que era mucho más realista que lo que viví en estos días en vigilia.
Le dije que la quería mucho y le agradecía por ser una referencia que me iba a acompañar siempre.
La escucho llorar aunque ella no lo admite y me dice que no me escucha bien.
Entonces se corta y empiezo a insultar a la companía, sin valorar que estaba quizá ante la proeza técnica más grande de la historia de las comunicaciones.
La escena termina conmigo entrando a su casa, y mi tía que anota, en una planilla de Excel, mi horario de entrada porque había un estricto régimen de visitas a mi abuelo, ahora que estaba solo.

Me desperté triste pero después me dieron ganas de escribirlo y entonces me di cuenta de que estaba saliendo de la profunda sensación de irrealidad que me habitaba desde entonces. Junto con ese impulso de estar, cada día, en el día siguiente.
Yo sabía de la existencia del celular de Dios, así que ahora lo cuento acá para ver si tiene Wi Fi.
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