Llego a la esquina y paro el colectivo. Frena unos cuantos metros después de la parada, justo unos segundos antes de ofrendar alguna frase, no poco hiriente, hacia algún lejano pariente del corpulento chofer. Entonces, apresurado subo y pido boleto de un peso. Enseguida, me doy cuenta de que no tengo monedas, solo billetes de dos. Ahora si, al bajar, le rezo a la familia del pobre conductor. En voz alta.
Una señora elegante escucha mis plegarias y se acerca a consolarme. Evidentemente no vió lo sucedido, ya que solo me dice –Ya no puede uno caminar tranquilo sin que le roben- y sigue a paso apresurado sin detenerse. El consuelo era para ella misma.
Entro a un mercado a buscar cambio en monedas. No tiene sentido que siga preguntando. Las cajeras provienen de algún lugar lejano, del sudeste asiático, pienso; y aunque no tengo nada contra ellas, me voy desconcertado. Tras mi simple pregunta –¿tendrías cambio de dos pesos? Escucho una suma significativa de jeroglíficos sin armonía, seguida de una risa pícara. Me ignoran por completo.
Difícilmente el cajero de un supermercado desconozca el significado de mi frase.
Entonces le suplico lo mismo al quiosquero de mitad de cuadra. Un autentico porteño de raza. La respuesta es negativa.
Enseguida comprendo que no es una cuestión de nacionalidad.
Prosigo el camino a pie.
A pocos metros, un nene de no más de cinco años me pide una moneda. Le pregunto si va a la escuela y él me responde en forma negativa con la cabeza. Le ofrezco un caramelo. Lo agarra apresuradamente, pero también quiere la moneda, insiste.
Le doy un billete de dos pesos. Entonces el pequeño corre regocijado de alegría a dárselo a su padre, quien observa la secuencia desde la esquina tras una cabina telefónica;
Sigo mi camino. Paso al lado del padre y observo en su mirada la idéntica imagen de codicia, locura y desesperación, que vi en el rostro de la señora de clase acomodada, y del muchacho de la guardia urbana, y del chofer de colectivo, de las cajeras del supermercado, y del quiosquero. La misma que esta mañana dibujó el espejo mientras me peinaba.
Ya no tuve nada que decir. Solo voy a seguir caminando en silencio.
Aunque lo dudo, tal vez pueda teñir mi propia mirada recordando a los únicos ojos de ciudad que poseen autentica inocencia y esperanza. Los de un nene de no más de cinco años.
Una de las justificaciones de este blog es que en los 6 meses que llevo haciéndolo ha insipirado cosas: otros blogs, algunos comentarios muy inteligentes, otros textos de gente que no se anima a hacer un blog, como el Hada de las propinas.
Este es el caso Mariano A. Guitarrista/Contador de un conjunto musical de la zona oeste, que siempre me presta cosas que no le devuelvo (cassettes, libros, fotos, etc.). Me da las facturas para cobrar las notas que escribo y así no tener que pagar el monotributo y siempre lee este blog aunque nunca comenta porque le da pudor.
Dice que lo sorprende la calidad de los comentarios, que le parecen ideas pensadas con tiempo y no surgidas espontáneamente. Y que a veces se indigna porque a él no se le ocurren cosas así.
Mi respuesta a todo esto es publicar (sin preguntarle, claro) esto que me mandó, inspirado en la sección (si es que se le puede llamar sección) "caminar por la calle", que se trata de contar todo lo que pasa en un trayecto a pie y lo más corto posible.-
14 comentarios:
Bueno, entonces este comentario es para Mariano A., Guitarrista/Contador de un conjunto de zona oeste que presta cosas porque, asumo, es generoso.
No creo en los comentarios ingeniosos y no porque ignore que existen grandes malabaristas de la mentalidad, sino porque me gusta más la sensibilidad, la percepción; creo en los que son capaces de, con unas palabras, apagar la transmisión del mundo que rodea para meterme en un cuerpo ajeno y dejarme mirar a través de sus ojos.
Me gustó este texto. Me dio todo lo que necesitaba para terminar de asumir que mi vida, así, con este nivel de idiotez y sociabilidad está sumida, totalmente sumida en una cobardía que tiene que terminar.
Un gusto y chau, me voy a vivir al mar.
En realidad, esto muestra que escribir textos como los tuyos es para muchos. Ah! Y que no tenés ideas, claro.
Un beso.
Entonces, con este texto (escrito por un contador) queda completa y empiricamente demostrado que mi hermano es un farsante.
Nahuel.
PD: Y no es que prefiera el anonimato, solo trato de crear un halo de misterio a mi alrededor, asi mi mediocridad pasa inadvertida.
Por qué asumir que algunos "no nos animamos a hacer un blog"?, cabe la posibilidad de que no nos interese o que no nos haga falta...que simplemente elijamos cuándo y con quién compartir las cosas que nos pasan; que necesitemos un oído real entre tanta virtualidad.
pd: iba a dejar un par de tips para conseguir monedas, pero me parece que no da...
Lo que no entiende este chico Nahuel es que quien escribe esto no es el contador, sino su costado sensible que también toca la guitarra. El mismo que me presta libros con poemas de Spinetta. El Contador es el que me reclama que se lo devuelva y el que me ayuda a evadir el monotributo.
Saludos!
Un tapado Mariano A. Guitarrista / Contador.
Ahora en este posteo, me parece que tiene que estar el nombre de la banda... decilo pablito!
Señora Hada de las Propinas: Soy Colombiano y en mi país no tenemos el problema que tienen ustedes de la carencia de cambio. Por ello, a lo largo de mis siete meses en Buenos Aires he pasado por varios estados: de la sorpresa inicial de no encontrar una moneda para subir al colectivo, pasé a la resignación. De allí me moví hacia la sospecha de que todos, absolutamente todos, tienen cambio pero lo ocultan rápido mientras niegan con la cabeza. Hoy me ubico en ese punto en el que quisiera ser un porteño más para putear al mejor estilo argentino a aquel que se inventó tan poco funcional sistema de pago. Donde estaré mañana? No quiero ni pensarlo. Por ello le suplico que -en el más auténtico acto de filantropía- devele los ancestrales secretos de que es poseedora para conseguir monedas. Se lo agradeceré eternamente.
Uy qué presión...!, no sé si considerarlos secretos ancestrales, en todo caso, pequeñas estrategias para burlar lo que alguna vez Mafalda supo llamar "insuficiencia en las glándulas del sistema convidatorio" -de monedas, si exisitiera tal sistema-. Siempre dependiendo de dónde empiece el recorrido, una opción es tomar el subte de ida, con 1 billete de $2, y asegurarse el pesito para la vuelta (aunque apoyo eso de que "dejar los túneles para los topos"). Otra, es entrar a Farmacity con cara de "me gusta más que ir al kiosco" y elegir algo que nunca comprarías de no mediar una extrema necesidad: unos halls de cereza -que se transforman en un vuelto de $1.10- o unos top line confitados -si el recorrido es corto, ya que el vuelto serán exactamente 90 centavos-. Por último, comprar el Clarín con un billete de $5 -y de paso, chequear la posición en el Gran DT-. Espero hayan servido mis consejos, seguro todos tienen otros para aportar!
ok, entendi el sarcasmo. El unico consuelo que me queda es no ser abogado.
Devolvé el libro de Spinetta porque te mando a la Afip
M.A.
Gracias Hada, seguro pondré en práctica tus tips a partir de mañana. La vida será más sencilla.
Muy bueno lo de Mariano. Hiciste bien en publicarlo sin su consentimiento. Jamás te lo hubiera dado.
Besos
Tu madre
pd: También pueden conseguir monedas barriendo la casa de Pablo, recién me junté como 15$ en moneditas de 10. Alguien las quiere?
Comunucado Nª1
De no mediar un pedido de disculpas en un plazo perentorio de parte del owner de este blog por el comentario claramente " ningunesdor " sic " este chico Nahuel " el comando Sargento Garcia del CAHEME ( comision antininguneadora de hermanos menores ) descargara toda su ira y ejecutera las represalias pertinentes.
Publiquese , dese a conocer y archivese .
Punto y coma el que no se escondio se embroma
El tema de las monedas es terrible. Cuando vivía en San Francisco había un pase mensual que costaba 28 dólares y que servía para todos los transportes públicos. Estaría bueno que lo hicieran acá, no es tan complicado. Pero bueno, mientras tanto, aporto otra idea para Juanhelo: Si tenés amigos que usan la autopista pediles que siempre paguen el peaje con un billete de $5, y que te junten el cambio en monedas. Saludos. Mario
PABLO:
Tu hermano es un grosso. No quiero ser más tu amiga, ahora quiero ser amiga de él.
Saludos
Evangelina
P.D Esto puede ser una venganza por aquel momento en que supiste que tenía una hermana igual a mí pero menor y pretendías que te la presente. Forma sutil de decirme vieja.
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