no distinguen el mal del bien/
ya no hay ley, ya no hay derecho/
(no hay derecho a que la pasen tan bien).
Les Luthiers
Creo que todavía soy joven para hacer semejante afirmación, pero le voy a echar la culpa de los problemas de los jóvenes a todos los videojuegos que se usan hoy.
Resulta que cuando yo jugaba, en épocas del Family Game digamos, en los juegos existía una meta, uno iba para adelante o para atrás, tenía un rumbo definido. Había que matar monstruos, pasar pantallas, atravesar etapas. El concepto bidimensional era importante en cierta etapa de la vida.
Hoy, tridimensionalidad obscena mediante, existen ciertos juegos en los que uno puede caminar libremente hacia cualquier lado. No existen ni reloj ni norte. No se sabe qué es ir para adelante. Las computadoras tienen tanta capacidad que se crean juegos que pueden durar lo mismo que una vida. Ni hablar de los Sims, donde uno juega a tener una existencia sin sentido casi igual a la que tiene en la realidad.
Trataré de ser justo: tal vez tampoco le hizo bien a nuestra generación que Super Mario se hiciera fuerte "comiendo hongos". O bien, un poco antes, que el objetivo del Pac Man fuera comer unas pastillitas muy similares a las después conocidas como éxtasis. Otro dato: en el Pac Man, la relación de poder se invertía cuando uno se comía la manzanita más grande (¡¡qué inocentes, les decíamos manzanitas!! ) y entonces quedábamos habilitados para comer a esos fantasmitas que se volvían de un azul muy parecido al de los uniformes de la policía... ¿Se acuerdan? los dejo pensando, pero si fuese yo sociólogo, diría que el lugar de organismo represivo que ocuparon los militares en los '70 y que pasó a ser de la policía ya en democracia, es en parte por esto. Si, ya sé, me quitarían el título, pero buéh...
Justamente hace poco leí un artículo sobre el nacimiento del Pacman en 1980: tenemos casi la misma edad.
No quiero dejar pasar la oportunidad que se me presenta para agraviar a mi hermano menor, a él es a quien tomo como referencia siempre que hablo de estas cosas. Así que a él como representante de su generación va esta advertencia:
La generación de Family Game aún no ha dicho basta.
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Próxima entrega: Arte de vivir solo (II)
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